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NUESTRO PUEBLO

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La Iglesuela del Tiétar conserva buena parte del patrimonio que sus gentes legaron a los actuales habitantes. La historia de este pueblo esta íntimamente ligada al espacio geográfico que ocupa. La raíz de su eclecticismo podemos encontrarla en la frontera que supuso su territorio entre la Ávila cristiana y la Talabira musulmana, actual Talavera de la Reina, con la red de atalayas que formaban parte de la “Marca Media Andalusí”. Tras la ocupación de Toledo por Alfonso VI, en el siglo XI, el territorio pasó a ser repoblado, bajo la atenta mirada de los monasterios de San Vicente de la Sierra y San Jerónimo de Guisando. A partir de este momento sus gentes comenzaron a explotar el territorio, fundamentalmente para su explotación pecuaria, siendo señalada su riqueza natural y cinegética en el Libro de la Montería de Alfonso XI, del siglo XIV. Localidad que formó parte del señorío de La Adrada, con significativos propietarios como los Luna o los Portocarrero, hasta su emancipación en el siglo XVII. 

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Una vez desvinculadas sus gentes de la presión señorial, tras un costoso pago por su libertad a la corona y al señor de La Adrada, comenzó su autogobierno, y con ello, la adecuación del pueblo a las necesidades de sus habitantes, con la construcción de pozos para el abastecimiento de sus barrios o de puentes para la comunicación con otras localidades, pues ejerció durante décadas, antes de la generalización del automóvil, como nexo entre la Serranía y el Tajo. Lugar de intercambio y protección, pues albergó una importante comunidad judeoconversa hasta su desafortunada disgregación por la presión inquisitorial a mediados del siglo XVIII, como atestigua la enorme envergadura de su torre parroquial, debida a este difícil episodio. 

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En definitiva, localidad que no formó parte de la provincia de Toledo hasta el siglo XIX, con la distribución provincial de Javier de Burgos, perteneciendo hasta entonces a Ávila, lo que ejemplifica perfectamente su papel de cruce de caminos para gentes que compartieron trabajos, costumbres, hábitos y tradiciones, por lo que en sus actuales vecinos perdura, como herederos del eclecticismo de su pasado, una gran hospitalidad.

PERIÓDICO
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